¿Qué es el biochar? 5 dudas frecuentes sobre qué es y qué no es el biochar

El biochar (también conocido como biocarbón) es el carbón que se obtiene al exponer biomasa a altas temperaturas en un ambiente con bajo nivel o ausencia de oxígeno, proceso que se conoce como pirólisis.
Por biomasa nos referimos aquí a diferentes tipos de materia orgánica, como pueden ser restos de madera o de la actividad agrícola, excrementos de animales, huesos, e incluso lodos de depuradoras, por mencionar algunos ejemplos.
Así que, desde un punto de vista teórico, el biochar se puede hacer a partir de múltiples materiales, sean o no de origen vegetal.

En general, y especialmente si se produce a partir de restos de materiales leñosos y se comercializa tal y como sale del horno de producción, no tiene una carga significativa de nitrógeno ni de otros elementos presentes en los abonos o fertilizantes más conocidos.

Esto no significa que no contenga muchos nutrientes (entre ellos P, K, S, Ca y Mg) pero no los tendrá en las cantidades que suelen tenerlos productos como el compost, el humus de lombriz o los fertilizantes inorgánicos.

Es una enmienda orgánica que mejora y regenera los suelos, potenciando su fertilidad y salud natural.

Los efectos del biochar sobre la fertilidad y la salud de los suelos no se deben tanto a la cantidad de nutrientes que aporta sino a su capacidad para mejorar la estructura y potenciar la vida de éstos.

Concretamente:

– Mejora la circulación del agua y aire a través de los suelos, especialmente de los que tienden a compactarse.
– Incrementa la capacidad de retención de agua y de nutrientes de los suelos, especialmente en el caso de suelos arenosos.
– Potencia la actividad de los microorganismos encargados de descomponer la materia orgánica y de poner a disposición de las plantas todos los nutrientes que necesitan para crecer y desarrollar un sistema inmunitario fuerte.

Cuando el biochar se va a aplicar en los suelos agrícolas se “activa” o fertiliza para asegurar que éste cuente con una carga de nutrientes suficiente que impida que retenga los nutrientes presentes en el suelo, lo que podría afectar al desarrollo de las plantas.

Para activarlo, el biochar se sumerge en una solución líquida de fertilizante o se mezcla con compost o abonos similares.

Como resultado obtenemos un biochar que, además de un alto contenido en carbono, contiene nitrógeno y otros nutrientes que se irán liberando lentamente en el suelo, aportando una fertilización extra a las plantas.

Para que un carbón se pueda llamar biochar debe producirse a partir de biomasa obtenida de forma sostenible, de origen local para reducir las emisiones, y mediante sistemas eficientes que reduzcan al máximo su impacto medioambiental.

Estos criterios, desgraciadamente, no los cumplen la mayoría de los carbones vegetales que se venden como combustible ni, por lo tanto, el polvo que se obtiene como subproducto.

En España, más de 80% de los carbones vegetales que se venden para generar energía proceden de terceros países por lo que recorren grandes distancias antes de llegar al mercado.

Se producen en países donde no siempre es posible asegurar que la madera utilizada procede de una gestión sostenible de los bosques.

Además de estas importantes diferencias respecto a la sostenibilidad del polvo del carbón vegetal y el biochar, hay diferencias técnicas que hay que tener muy en cuenta.

El biochar se produce para mejorar los suelos o como herramienta medioambiental y, para ello, se expone la biomasa, por lo general, a temperaturas superiores a las que se somete la que se utiliza para producir el carbón vegetal que se utilizará para ser quemado.

De este modo, se consigue que el biochar tenga unas propiedades físico-químicas específicas y diferentes a las del carbón vegetal, entre ellas su elevada capacidad para retener agua y nutrientes. Por lo tanto, a nuestro entender, el polvo de carbón vegetal y el biochar no son lo mismo ni tienen por qué dar resultados similares cuando se aplican a los suelos agrícolas.