4 claves para abonar bien el huerto de primavera/verano

4 claves para abonar bien el huerto de primavera/verano

Te voy a dar un dato que igual te sorprende: el 96% de la masa de tus plantas se corresponde solo con tres elementos: el carbono (C), el hidrógeno (H) y el oxígeno (O). Estos elementos los obtienen a partir del dióxido de carbono (del aire) y del agua (del suelo). El resto del peso, el restante 4%, está formado por apenas 13 nutrientes esenciales que las plantas obtienen de los suelos. Son los conocidos como macro y micronutrientes. Entre los macronutrientes se encuentran los elementos antes mencionados además del nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca), magnesio (Mg) y azufre (S). Entre los micronutrientes están el boro (B), cloro (Cl), cobre (Cu) o el hierro (Fe), por mencionar algunos. Si a tus plantas les falta algún (o varios) macro o micronutriente observarás consecuencias más o menos graves, como son las puntas de crecimiento marchitas, hojas viejas amarillentas, caída de flores o una baja producción hortícola.

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Las plantas necesitan 17 elementos (son sus nutrientes esenciales) de los 118 que componen la tabla periódica. La carencia de uno o más nutrientes esenciales afectará en mayor o menor medida el desarrollo, producción y sanidad de las plantas.

Otra cosa que es importante que sepas es que la mayoría de los cultivos de primavera-verano, como los tomates, pimientos o calabazas, por mencionar algunos ejemplos, necesitan cantidades superiores de nutrientes de los que hay de forma natural en los suelos. Podríamos decir que se trata de plantas exigentes, en comparación con otros cultivos menos demandantes como pueden ser los guisantes o nabos. Es por este motivo que el abonado de los huertos es una tarea imprescindible con la que aportamos los macro y micronutrientes que los cultivos de la temporada cálida necesitan para su óptimo desarrollo.

Abonar un huerto puede ser una tarea sencilla si tenemos algunos conceptos claros y no comentemos errores en la elección del tipo de abono o en el momento de la aplicación y dosificación. En este artículo vamos a compartir pautas para un abonado que mejore la producción de tu huerto y mejore la calidad de tus suelos, con el objetivo de producir alimentos sanos, nutritivos y libres de químicos. ¿Empezamos?

1. Qué tipo de abono utilizar

Esta pregunta tiene fácil respuesta: abonos orgánicos. Por si no lo sabías, los abonos los podemos clasificar en dos grandes grupos: los orgánicos y los inorgánicos de síntesis química (para acortar, a estos últimos los denominaremos químicos). Los abonos químicos se producen de forma artificial a partir de determinados minerales y gases, consumiendo grandes cantidades de energía habitualmente (su producción es responsable de más del 1% de todos los gases de efecto invernadero que se emiten anualmente!). Por otro lado, los abonos orgánicos se producen a partir de restos orgánicos, como son, por ejemplo, los restos vegetales, el estiércol o de subproductos de origen animal, como son las plumas, huesos o cáscaras de huevo.

La gran diferencia entre ambos tipos de abonos estriba en que los fertilizantes químicos solo aportan nutrientes para las plantas sin considerar el resto del sistema: suelo y microorganismos. Un uso continuado de fertilizantes químicos puede salinizar los suelos (lo que impide a las plantas absorber correctamente el agua, por lo que se reduce su producción y crecimiento) y perjudicar la acción principal de los microorganismos, que no es otra que la de descomponer la materia orgánica de los suelos. Con el uso de los fertilizantes químicos, se reduce la presencia y diversidad de los microorganismos presentes en el suelo al no tener trabajo que realizar, lo que repercute negativamente en la capacidad de las plantas para adquirir los nutrientes esenciales que necesitan para crecer sanas y producir verduras altamente nutritivas, y se debilita su sistema inmunológico, por lo que son más propensas a plagas y enfermedades. Por lo contrario, los abonos orgánicos contribuyen, por lo general, a mejorar las propiedades de los suelos, como su capacidad de almacenar agua, aportan nutrientes para que los microorganismos se desarrollen y realicen su fundamental labor, y ayudan a que nuestras plantas estén más sanas y sean más resistentes frente a las altas temperaturas o las faltas esporádicas de agua de riego.

En el mercado existe una gran variedad de fertilizantes orgánicos, pero para los fines que perseguimos en este artículo (recuerda: abonar bien el huerto de primavera/verano) proponemos el uso de un compost de calidad, es decir, bien maduro y ecológico. El compost, a diferencia de otros abonos muy populares como el estiércol, es un material obtenido a partir de restos vegetales y/o de excrementos de animales (estiércoles) que han sufrido un proceso de descomposición bioquímica en caliente (normalmente con temperaturas que van desde los 40 a 70ºC). Gracias a este proceso en caliente se inhibe la capacidad de germinar de las semillas que pudiesen estar presentes en los residuos utilizados, y se obtiene un material con aspecto terroso, libre de olores y de patógeno. Entre las ventajas de utilizar el compost como abono en el huerto destacan:

  • Es un material muy seguro que podemos utilizar en contacto con lechugas, espinacas u otros cultivos de hoja que podemos ingerir crudos
  • No propicia la aparición de las conocidas como “malas hierbas”
  • La liberación de los nutrientes es lenta, lo que mejora la nutrición y sanidad de las plantas.
  • El riesgo de “quemar” las plantas es mucho menor en comparación con la aplicación de un estiércol fresco porque gran parte de los nutrientes que había en la materia prima original se han transformado en formas más seguras para las plantas por la acción de los microorganismos.
  • Gracias a su alto contenido en materia orgánica estable (también conocida como humus), el compost contribuye a mejorar la estructura de los suelos, lo que se traduce en una mejor gestión del agua y los nutrientes, algo que sin duda beneficiará a nuestras plantas.
  • Es económico frente a otras opciones, como el humus de lombriz, y sus efectos en los suelos se observan durante más tiempo.
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Un compost de calidad es una excelente opción para mejorar la fertilidad y calidad de los suelos por la seguridad en el uso que ofrece, la duración de sus efectos y su versatilidad.

Una vez aclarada la cuestión de qué utilizar para abonar el huerto, lo que necesitamos tener claro es cuándo aplicarlo, en qué cantidad y cómo.

2. Cuándo aplicar el abono

El momento ideal de aplicar una gran cantidad de nutrientes a los suelos es cuando preparamos los bancales antes del trasplante de los plantines, porque normalmente tenemos los bancales libres de cultivos y podemos trabajar la tierra bien. Por preparar la tierra nos referimos a las labores orientadas a “soltar” la tierra, ya sea mediante una horca o una laya de doble mango (si no conoces esta herramienta, te recomiendo que mires esta publicación de Estela de Vidaverdi: https://www.instagram.com/p/DHf8ogysDqd/) Al soltar la tierra se reduce su compactación, lo que favorece la circulación del agua y el aire a través de ella. Podemos aprovechar este momento para poner sobre el suelo el compost y, con la misma horca o laya, incorporarlo unos centímetros, lo que favorecerá su descomposición y la liberación de nutrientes para las plantas.

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La horca es una herramienta muy útil para airear los suelos e incorporar el abono sin destruir la estructura ni voltearlo.

La preparación de los suelos se suele hacer unos días o semanas antes de la plantación. El momento ideal varía en función de la climatología de tu zona. Normalmente, cuanto más cálido es el clima, más pronto en el año se puede preparar la tierra y plantar. El criterio que puedes seguir para saber cuándo preparar la tierra es que el riesgo de heladas sea mínimo, para evitar que éstas dañen las plantas. Es por este motivo que, en muchas regiones de España, la preparación de los suelos se suele hacer al principio de la primavera (finales de marzo o durante la primera quincena de abril), ya que las temperaturas nocturnas no suelen bajar tanto para provocar heladas.

3. Qué cantidad de abono aplicar

Este no es un tema sencillo de responder porque depende de diferentes factores, entre ellos, en qué estado inicial se encuentra el suelo en el que vamos a cultivar, el tipo de cultivos que queremos tener (no necesitan lo mismo las tomateras que los rábanos) o la composición del abono que vayamos a utilizar. Es importante destacar que no todos los composts contienen la misma cantidad de nutrientes y por ello es muy importante que mires su ficha técnica y sigas las recomendaciones del fabricante.

Para tratar de dar unas pautas que puedan ser útiles en contextos diferentes distinguiremos dos tipos de abonados:

  1. Abonado de fondo (o también conocido como de preparación)

Es el abonado abundante que se hace en la preparación de los suelos que comentábamos en el apartado anterior. El objetivo de este abonado es el de enriquecer el suelo de forma general, y asegurar que estos tengan nutrientes disponibles para los cultivos desde el principio (y en muchas ocasiones, hasta el final de temporada).

Este tipo de abonado es especialmente importante en suelos que no se han cultivado ni abonado desde hace tiempo, o en los que se cultiva de forma intensiva durante todo el año. De no hacer un buen abonado de fondo, si los suelos son pobres o en ellos hay carencias de determinados nutrientes, nuestras plantas tendrán problemas para desarrollarse de una forma óptima y su producción será escasa.

Una dosificación estándar para este tipo de abonado, y para no quedarnos cortos en el caso de cultivos exigentes, como tomateras, calabazas o pimientos, es de 7-8 l/m2 (de 4 a 5 kg/m2), si utilizas un compost con alta carga de nutrientes como nuestro compost eco con biochar y minerales (en el caso de que utilices compost de origen vegetal es posible que la dosificación recomendada sea más alta). Antes de plantar, si puedes dejar reposar unos días el suelo tras aplicar el compost, perfecto.

  1. Abonado de mantenimiento (también llamado de cobertera o de superficie)

El abonado de mantenimiento es el que se hace durante el crecimiento del cultivo para reponer nutrientes que las plantas ya han absorbido y ayudarlas en momentos clave de su ciclo, como son el crecimiento, la floración y la fructificación. Gracias a este tipo de abonado nuestros suelos serán muy fértiles durante un largo periodo de tiempo.

¿En qué casos es recomendable aplicar este tipo de abonado? Para algunos cultivos es recomendable aplicar un abonado de mantenimiento porque sus demandas nutricionales son muy elevadas. Así, podría ser útil para cultivos con un ciclo largo, que producen muchas flores y/o desarrollan frutos voluminosos. Hablamos de cultivos como:

  • Tomates
  • Pimientos
  • Berenjenas
  • Pepinos
  • Calabazas
  • Calabacines
  • Melón
  • Sandía
  • Maíz dulce
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Los tomates son un cultivo muy popular en el huerto de primavera/verano y no de los que presenta mayores necesidades de nutrientes.

También podría ser útil si tenemos suelos muy arenosos, porque estos suelos no retienen adecuadamente los nutrientes, por lo que nuestros cultivos agradecerán un aporte extra cuando éstos empiecen a escasear.

Por lo general, la dosificación de compost para un abonado de mantenimiento es menor que en el abonado de fondo, y también cambia la forma cómo se aplica. Para un abonado de mantenimiento bastará aplicar entre 1 y 4 l/m2 de compost (entre 0,5 y 2 kg/m2), ya sea de forma superficial a modo de acolchado, o incorporándolo con cuidado unos centímetros en el suelo por debajo del acolchado.

4. Cómo aplicar el abono

En los apartados anteriores ya hemos introducido brevemente cómo aplicar el compost en nuestros suelos, así que aquí vamos a sintetizar las formas más habituales y dar unas pautas o recomendaciones sobre cada una de ellas. En líneas generales hay dos formas de aplicar un abono sólido como el compost:

  1. Mezclándolo con los primeros 20 cm del suelo, ya sea con la ayuda de una horca o laya de doble mango. Recomendamos esta forma de aplicación del compost especialmente en el caso del abonado de fondo que hemos visto anteriormente porque favorece la incorporación del producto en el suelo, lo que permite que sus resultados se manifiesten en un plazo de tiempo más corto.
  2. Aplicándolo superficialmente, a modo de acolchado. En nuestro caso, recomendamos esta forma de aplicación en el caso de los abonados de mantenimiento. Somos conscientes de que hay influencers, como Charles Dowding (puedes ver su canal de Youtube pinchando aquí), que apuestan por no mover la tierra y aplicar el compost en grandes cantidades superficialmente. En nuestra opinión, esta forma de aplicar un abono de fondo es menos eficiente que incorporándolo un poco al suelo, y los sus efectos pueden tardan más en manifestarse. Pero si optas por los sistemas de cultivo tipo “no dig”, puedes aplicar el compost superficialmente y ahorrarte utilizar otros materiales para acolchar los suelos.
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El compost ecológico con biochar y minerales de roca es un producto especialmente diseñado para incrementar la fertilidad y salud de todo tipo de suelos. Es un abono que aporta una gran variedad de macro y micronutrientes, así como de materia orgánica y microorganismos bioestimulantes, lo que mejora la nutrición y sanidad de los cultivos.

Esperamos que las pautas y recomendaciones que hemos compartido te sean útiles para abonar tu huerto esta primavera. Si tienes cualquier consulta o comentario, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.